The Blue Economy III: Mollusks

Comercio de Moluscos

Desde tiempos antiguos nuestros antepasados hicieron uso de este recurso llegando incluso hasta cultivarlo en la antigua roma. Soldados y esclavos mantenían un flujo de agua de mar constante en las pilas del César para que este pudiese consumir ostras frescas todos los días(Günther 1987). La técnica se profesionalizó en Japón, siendo este país asiático pionero en el desarrollo a nivel comercial de la producción de semilla de Crassostrea gigas. La drástica disminución de las poblaciones naturales de los ostiones y su posicionamiento como un alimento conocido hicieron que se promocionara su cultivo alrededor del mundo llegando hoy en día a ser de las especies más cultivadas y prácticamente un modelo de desarrollo acuícola (Fujiya 1970).

Un estimado de 20 millones de dólares es lo que 93 especies comerciales de moluscos bivalvos representan en el mercado global(2010-2015), esto sin considerar la cadena productiva que generan estos productos primarios (p.e. Centros de depuración, productos preparados y ventas al menudeo) (Schug et al 2019)

Estos se consumían principalmente en centros de cocina especializada como restaurantes o distribuidores ambulantes. Debido a la contingencia sanitaria por el corona virus mucho de este consumo se ha cambiado a pedidos para llevar, que los consumidores preparen los platillos en casa o la completa extinción del consumo en ciertos sectores. La producción de Bivalvos en México tiene lugar desde finales del siglo antepasado con el cultivo de ostras perleras por Gaston Vives en Baja California Sur Posteriormente, se desarrolla un manejo integrado de Crassostrea virginica en el Golfo de México con una producción de alrededor de 40 000 toneladas de peso. vivo sin desconchar (Góngora-Gómez 1980 Islas-Olivares 1987). El cultivo de estos organismos se realiza  principalmente en el noroeste de México ocupando el cuarto lugar a nivel latinoamérica después de Chile, Brasil y Perú. Es desde 1987 que la FAO empieza a registrar los datos de la producción acuícola mexicana iniciando con 220 t incrementando a 2,200 t en 1990. No obstante la producción declinó a 1,053 t en 1993 para tener un repunte en 1997 donde llegó hasta las 3,038 t. Factores como cambios de gobierno situaciones ambientales y enfermedades en los organismos hacen que las cifras caigan nuevamente a 1500 t cifra que se mantuvo hasta el 2005.

Según los datos registrados por CONAPESCA la producción de estos organismos se compone mayormente por el cultivo Crassostrea gigas y en menor grado por el cultivo de los ostión de placer Crassostrea corteziencis, el mejillón, la almeja Catarina, y la ostra Perlera. Se han realizado proyectos de especies de fomento como en la almeja mano de León y el callo de hacha sin embargo la producción de esto no ha sido constante (FAO 2008) (Góngora-Gomez et al., 2016). La ostricultura y el cultivo de bivalvos representan un sin número de retos de los que destaca el desarrollo de una acuacultura sostenible y minimizar el impacto que esta genera.

Diversos investigadores y productores han propuesto alternativas como el policultivo de organismos que se presentan en diferentes niveles de la columna de agua y también de diferentes hábitos alimenticios, aprovechando así todos los recursos disponibles para su alimentación desde el fondo marino hasta el pélagos. (Jones &  Iwama 1991; Neori, Shpigel & Ben- Ezra 2000).

Éstos a su vez podrían integrarse cerca de cultivos de omnívoros y carnívoros con el fin de qué el carbono orgánico fertilice el ambiente en general y se produzca fitoplancton, siendo estos organismos fotosintéticos el alimento principal de las ostras. (Neori, Ragg & Shpigel 1998; Shpigel & Blaylock 1991; Troell et al. 1997). Este modelo cobra sentido al ser una alternativa a los problemas que presenta la acuicultura de especies de mayor valor comercial a gran escala, haciendo sinergia pueden reducir su impacto y reducir costos. (Jones & Iwama 1991; Peharda et al. 2007; Troell & Berg 1997). 

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